Hoy leyendo recordé a unos de mis escritores favoritos H. P. Lovecraft y decidí compartirles información sobre el de algunos de sus libros.
Howard
Phillips Lovecraft
Howard Phillips Lovecraft (/ˈlʌvkræft
— ˌkrɑːft/ Providence, Estados Unidos, 20 de agosto de 1890 – ibídem, 15 de
marzo de 1937), conocido como H. P. Lovecraft, fue un escritor estadounidense,
autor de novelas y relatos de terror y ciencia ficción. Se le considera un gran
innovador del cuento de terror, al que aportó una mitología propia (los mitos
de Cthulhu), desarrollada en colaboración con otros autores y aún vigente. Su
obra constituye un clásico del horror cósmico, una corriente que se aparta de
la temática tradicional del terror sobrenatural (satanismo, fantasmas),
incorporando elementos de ciencia ficción (razas alienígenas, viajes en el
tiempo, existencia de otras dimensiones). Lovecraft cultivó asimismo la poesía,
el ensayo y la literatura epistolar.
El erudito lovecraftiano Rafael
Llopis escribió sobre el autor: «Educado en un santo temor al género humano
(exceptuando de este a las “buenas familias” de origen anglosajón), creía que
nadie es capaz de comprender ni de amar a nadie y se sentía un extranjero en su
patria. Para él “el pensamiento humano [...] es quizá el espectáculo más
divertido y más desalentador del globo terráqueo”».
The Penguin Encyclopedia of
Horror and the Supernatural recoge sobre el escritor de Providence: «Algunos
han criticado sus obras por su estilo ampuloso, repleto de adjetivos, pero la
armonía y el equilibrio en sus mejores cuentos justifican plenamente esa
práctica como deliberada. Se formó a conciencia en este género apropiándose de
sus recursos, manipulándolos a su antojo y llevándolos al límite con
convincente facilidad. Lovecraft dedicó gran atención a la estética de la
literatura de terror, como atestiguan numerosos pasajes de sus cartas. El largo
ensayo El horror sobrenatural en la literatura (1927, revisado en 1936) representa
una exposición competente de los principios del relato sobrenatural,
demostrando un dominio exhaustivo de la materia. En él trató de definir el
atractivo peculiar de la historia de terror, en la que "debe haber
presente una cierta atmósfera de mortal terror inesperado a fuerzas exteriores
desconocidas", y describió la evolución de la novela gótica a través de
las obras de Walpole, Radcliffe, Lewis y Maturin».
En su estudio Danza macabra
(1981), el escritor de horror Stephen King afirma que Lovecraft es «el príncipe
oscuro y barroco de la historia del horror del siglo XX».3 Además, por
contraposición al mal interno o psicológico, «el concepto de mal externo tiene
más alcance, es más impresionante. Lovecraft así lo entendió, y es lo que hace
a sus historias de extraordinaria, ciclópea maldad, tan efectivas cuando son
buenas. [sus mejores cuentos] nos hacen sentir el peso del universo suspendido
sobre nuestras cabezas, sugieren fuerzas sombrías capaces de destruirnos a
todos solo con gruñir en sueños».
Para su biógrafo S. T. Joshi,
Lovecraft «no era un “extraño en este siglo”, como afirma de sí mismo el
protagonista de su cuento "El extraño". Si se estudian detenidamente
sus historias se observará en ellas algo más que los sueños escapistas de un anticuario
caduco: enseguida encontramos datos como el descubrimiento de Plutón, citado en
El que susurra en la oscuridad (1930), o la entonces todavía controvertida
teoría de la deriva continental, en la novela En las montañas de la locura
(1931). Y ahondando más, en la ficción más tardía, nos topamos repetida y
significativamente con Albert Einstein, Max Planck y Werner Heisenberg, y
también las metáforas sobre el futuro desarrollo estético, político y económico
de la humanidad, que se transparentan en las civilizaciones alienígenas que
aparecen en El Túmulo (1929-1930; publicado en 1940 como obra de Zealia
Bishop), En las montañas de la locura (1931; publicado en 1932) y En la noche
de los tiempos (1935; publicado en 1936).
Según la destacada escritora estadounidense
Joyce Carol Oates, «la mística identificación de Lovecraft con sus escenarios
del Massachusetts rural y las antiguas colonias de Salem, Marblehead y
Providence, sugiere un trascendentalismo paródico en el que el “espíritu”
reside en todas partes excepto, posiblemente, en los seres humanos». Lovecraft,
en suma, como ocurre con Edgar Allan Poe desde el siglo XIX, ha ejercido «una
influencia incalculable sobre sucesivas generaciones de escritores de ficción
terrorífica».
Por su parte, el novelista
francés Michel Houellebecq declaró: «Yo descubrí a H.P.L. a los dieciséis años
gracias a un "amigo". Como impacto, fue de los fuertes. No sabía que
la literatura podía hacer eso. Y, además, todavía no estoy seguro de que pueda.
Hay algo en Lovecraft que no es del todo literario [subrayado del autor]».
Biografía
Primeros años
H. P. Lovecraft nació el 20 de
agosto de 1890 a las 9 de la mañana en el hogar familiar situado en el n.º 194
(hoy 454) de Angell Street, en Providence, capital del estado de Rhode Island.
La casa fue derribada en 1961.
Howard Phillips Lovecraft era el
hijo único de Winfield Scott Lovecraft (1853-1898) —representante de ventas de
la Gorham Silver Company, dedicada al comercio de la plata, metales preciosos y
joyería— y de Sarah Susan Phillips (1857-1921), la segunda de los cuatro hijos
de Whipple Van Buren Phillips y Rhoby Alzada Place. Para ambos era su primer
matrimonio, aunque los dos habían superado los 30 años cuando firmaron el
enlace.
Lovecraft procedía de unos
ancestros distinguidos: en cuanto a su línea materna, los Phillips, se podía
rastrear su linaje casi hasta el «Mayflower», ya que los antepasados maternos
se remontaban a la llegada de George Phillips a Massachusetts en 1630. Cuando
Lovecraft visitó algunas de las tierras de sus antepasados al este del estado
de Rhode Island, el apellido de Phillips era recordado con cariño y respeto
(ver Selected Letters 2,81f.); su línea paterna también era de origen británico
y Lovecraft pudo rastrear su apellido (Lovecraft o Lovecroft) hasta el siglo
XV.
Lovecraft con aproximadamente
nueve años de edad.
Al pequeño y solitario Howard le
gustaba frecuentar parajes extraños y apartados para poder dar rienda suelta a
su exaltada imaginación. En esos sitios (cuevas, arboledas alejadas, etc.)
recreaba situaciones históricas o se ensimismaba en la observación de pequeños
detalles que, para el resto de las personas, pasaban inadvertidos, pero que a
Lovecraft le fascinaban; como detenerse a escuchar a las hadas del bosque, o
imaginar lo que podría existir en el espacio exterior. Quizás una de las
razones por las que le gustaba tanto evadirse era por la estricta atadura a la
que lo sometía su madre, diciéndole que él no debía jugar con niños de menor
categoría o insistiendo en que era feo y que nunca llegaría a triunfar.
Cuando Lovecraft tenía casi tres
años, su padre sufrió una crisis nerviosa en la habitación de un hotel de Chicago,
donde se encontraba alojado por motivos de trabajo, y le ingresaron en el
Butler Hospital, Centro Psiquiátrico de Providence y fue incapacitado
legalmente debido a una serie de trastornos de índole neurológica. A partir de
ese momento y durante los siguientes cinco años, permaneció ingresado en este
hospital, donde murió el 19 de julio de 1898 con el diagnóstico de paresia
general, una fase terminal de la neurosífilis. Aunque algunos biógrafos afirman
que al niño Lovecraft le informaron de que su padre estaba paralizado y en
estado comatoso durante ese período, todas las evidencias parecen demostrar que
no fue así.
Con la muerte del padre de
Lovecraft, la educación del niño recayó sobre su madre, sus dos tías (Lillian
Delora Phillips y Annie Emeline Phillips) y en especial en su abuelo materno,
un importante empresario llamado Whipple Van Buren Phillips. Todos residían en
la casa familiar.
Lovecraft fue un niño prodigio:
recitaba poesía a los dos años, leía a los tres y empezó a escribir a los seis
o siete años de edad. Uno de los géneros que más le apasionó en su infancia fue
el de las novelas policíacas, llevándolo incluso a formar la «Agencia de
detectives de Providence» a la edad de trece años. A los quince escribió su
primer relato como tal, La bestia en la cueva, imitación de los cuentos de
horror góticos. A los dieciséis escribía una columna de astronomía para el
Providence Tribune.
Su abuelo materno lo alentaba a
la lectura y, siendo ésta una de sus aficiones favoritas, no tardó en pasarse
horas y horas en la inmensa biblioteca de su abuelo. En ella descubrió (con un
ejemplar de la Ilíada para niños entre las manos) el paganismo grecolatino y
Las mil y una noches, aunque a una edad muy temprana (los cinco años) se
declaró ateo, convicción que mantuvo hasta su muerte. Esto ayudó a que su
imaginación se desarrollase rápidamente en comparación con el resto de los
chicos de su edad, produciéndole una falta de adaptación con éstos. Cuando
ellos querían jugar con espadas o a juegos fundamentalmente físicos, él
prefería llevar a cabo entretenimientos más pausados e imaginativos, como
representaciones históricas.
Debido a su falta de perseverancia
y de salud, no asistió al colegio hasta los ocho años y tuvo que dejarlo
después de un año. Durante su absentismo escolar, seguía leyendo con voracidad.
Adquirió conocimientos de química y astronomía, llegando incluso a escribir
como aficionado en algunas revistas científicas. Publicó varias revistas de
circulación limitada, comenzando en 1899 con La gaceta científica. Cuatro años
después, regresó a la escuela pública Hope Street, donde cursó dos años y medio
en la educación secundaria, hasta que abandonó definitivamente los estudios.
Phillips Whipple, abuelo de Lovecraft.
En 1904 falleció su abuelo
materno, Whipple Van Buren Phillips, afectando sobremanera al joven Lovecraft,
de catorce años de edad. La mala gestión de las propiedades y del dinero familiar
dejó a la familia en tan malas condiciones económicas que se vieron obligados a
mudarse al n.º 598 (hoy un dúplex en 598-600) de Angell Street. Lovecraft quedó
tan afectado por la pérdida de su abuelo y la casa que le vio nacer, que
consideró el suicidio durante un tiempo. En 1908, antes de su graduación,
sufrió un colapso nervioso y no recibió su diploma. S. T. Joshi, biógrafo de
Lovecraft, sugiere que este colapso pudo deberse a sus dificultades con las
matemáticas, una materia que necesitaba dominar para convertirse en astrónomo
profesional. Este fracaso en su educación (él quería estudiar en la Universidad
de Brown) fue una fuente de desilusión y vergüenza hasta el final de sus días.
Aunque su mentalidad respondía a
un racionalismo empirista, a Lovecraft le atraía la literatura imaginativa,
seguramente influido por su escepticismo; encerrado en el pesimismo de la
soledad y considerando que «el pensamiento humano es el espectáculo más
divertido y más desalentador de la Tierra».
Lovecraft escribió algunos relatos de ficción, pero desde
1908 hasta 1913, principalmente trató la poesía, mientras vivía como un
ermitaño y teniendo apenas contacto con el mundo exterior, a excepción de su
madre y sus tías. Esta situación cambió al escribir una carta a la revista
Argosy, quejándose sobre lo insípido de las historias de amor de uno de los
escritores más populares de la publicación, Fred Jackson. El debate entre los
defensores de Jackson y Lovecraft en la columna de opinión llamó la atención de
Edward F. Daas, presidente de la United Amateur Press Association (UAPA), que
invitó a Lovecraft a unirse a ellos en 1914. La UAPA infundió un nuevo vigor a
Lovecraft, sacándole de su voluntaria reclusión y le incitó a contribuir con
sus poemas y ensayos. Un tiempo después, se convirtió en presidente de la UAPA,
e incluso llegó a ser presidente de la NAPA, la rival de la UAPA. En 1917, a
petición de algunos amigos, volvió a la ficción con historias mucho más
pulidas, como La tumba y Dagon. Ésta última fue su primer trabajo publicado de
forma profesional, apareciendo en Weird Tales en 1923. Sobre esta época,
comenzó a formarse poco a poco una enorme red de admiradores y amigos, entre
los que se encontraban Robert Bloch, Clark Ashton Smith y Robert E. Howard,
creador este último de Conan el Bárbaro. La extensión y frecuencia de sus
cartas con esas amistades lo convertirían en uno de los más prolíficos
escritores del género epistolar. Según su biógrafo L. Sprague de Camp, a lo
largo de su vida Lovecraft escribió alrededor de 100.000 cartas.
La muerte de su padre habría
tenido en el niño Lovecraft, debido a que prácticamente no tuvo tiempo de
conocerlo, escasas repercusiones, pero la de su madre, en 1921, le habría
supuesto una fuerte conmoción. Ocurrió después de una larga enfermedad, que
algunos biógrafos suelen relacionar con la sífilis de su padre, aunque en
cualquier caso la realidad es que la causa inmediata de la muerte fue un
post-operatorio deficiente después de una intervención quirúrgica de vesícula
biliar. Fue ingresada en el Butler Hospital, como su marido antes que ella.
Durante su ingreso, escribía frecuentemente cartas a su hijo, con el que
permaneció muy unida hasta su muerte, el 21 de mayo de 1921. Lovecraft contaba
31 años de edad.
Muchos críticos consideran a la
madre de Lovecraft la causante de todos los comportamientos peculiares y un
tanto extravagantes que el escritor mostró durante su existencia. Parece ser
que después de la muerte de su esposo Winfield, Sarah, mujer tradicional y puritana,
descargó todas las frustraciones de una burguesa venida a menos sobre su único
hijo, sobreprotegiéndolo hasta límites demenciales y tratándolo como si fuera
su único bien en la tierra, favoreciendo así el desarrollo de unas determinadas
características de personalidad, comunes en estos casos, que condicionarían su
patrón conductual mientras vivió; entre otros aspectos destacados, prefiriendo
las relaciones humanas con su pequeño entorno que le ofrecía una mayor
seguridad antes que con un entorno social más amplio y desconocido que no
controlaba debido a ese déficit en habilidades sociales óptimas por falta de
aprendizajes adecuados en su infancia y adolescencia.
Boda y Nueva York
La muerte de su madre en 1921 y
el agotamiento de lo poco que quedaba de la riqueza familiar lo llevaron a
abandonar la idea de llevar una vida ociosa dedicada a la escritura,
obligándolo a trabajar en pequeños encargos, que en la mayoría de las
situaciones consistirían en retocar escritos de otros autores menos dotados
para la escritura que él. Gracias a este tipo de trabajos conoció a muchos de
los que después formarían el llamado Círculo de Lovecraft,8 entre ellos Robert
E. Howard, Clark Ashton Smith, Robert Bloch, Frank Belknap Long, August Derleth
y otros más. Para estos escritores y «amigos», Lovecraft presentaba una gran
diferencia entre su personalidad de solitario introvertido y erudito a través
de las cartas y su forma de ser en persona. Lo definían como entusiasta y
generoso, creativo, prodigio de inteligencia y con una faceta racista que no
abandonó hasta los últimos meses de su vida.
Dos meses después de la muerte de
su madre, Lovecraft acudió a una convención de escritores aficionados en
Boston, donde conoció a Sonia H. Greene. Nacida en 1883, hija de inmigrantes
judíos procedentes de Ucrania, era viuda y siete años mayor que Lovecraft. Se
casaron en 1924, y se mudaron al municipio de Brooklyn, en la ciudad de Nueva
York. Las tías de Lovecraft, muy tradicionales, no vieron con buenos ojos esta
boda, ya que Sonia era una mujer de carácter fuerte, independiente, propietaria
de una tienda de sombreros y escritora aficionada en la United Amateur Press
Association. Inicialmente Lovecraft quedó embelesado con Nueva York, pero
pronto la pareja se vio inmersa en dificultades económicas. Sonia perdió su
tienda, tuvo problemas de salud y Lovecraft no conseguía encontrar un trabajo,
por lo que su esposa se mudó a Cleveland al encontrar trabajo allí mientras
Lovecraft se quedaba en el barrio Red Hook de Brooklyn, donde comenzó a sentir
una profunda aversión por la vida neoyorquina.9 En efecto, la desalentadora
realidad sobre la imposibilidad de mantener un trabajo en un lugar cuya
población mayoritaria era inmigrante, entraba en un irreconciliable conflicto
con la opinión sobre sí mismo, de ser un privilegiado caballero anglosajón, por
lo que su racismo galvanizó hasta el punto del miedo.10
En 1926, Sonia y Lovecraft,
todavía viviendo de forma separada, acordaron un divorcio amigable, donde
Lovecraft alegó "las grandes divergencias entre ambos y los problemas
económicos", aunque nunca se llevó a cabo. Debido al fracaso de su
matrimonio, algunos biógrafos han especulado con la posibilidad que Lovecraft
fuera asexual, aunque Sonia dijera años más tarde de él que era un "adecuado
y excelente amante".
Regreso a Providence
De vuelta a Providence el 17 de
abril de 1927, convivió con sus tías durante los años siguientes, en una
«espaciosa y marrón casa de madera victoriana» en la calle Barnes n.º 10 (la
dirección del Dr. Willett en El caso de Charles Dexter Ward) hasta 1933. Allí
es en donde se ve superado por la sensación de fracaso que lo invade,
abandonándose a la soledad y la frustración. En esta época disfruta de paseos
nocturnos, que repercuten en su hundimiento personal, y crean una esfera
invisible de miedos que nunca le permitirán recuperarse, aunque de forma
paralela, contribuyen a su máximo esplendor literario. En estos fructíferos
años escribió la gran mayoría de sus obras más conocidas, como La llamada de
Cthulhu en 1926, En las montañas de la locura en 1931 o El caso de Charles
Dexter Ward, principalmente publicadas en la revista Weird Tales.
En esos años visitó a varios
anticuarios residentes en Quebec, Filadelfia y algunos lugares de Nueva
Inglaterra, como Vermont y Massachussets, y siguió manteniendo su enorme
correspondencia. A sus viejos amigos añadió otros muchos escritores jóvenes,
como D. W. Rimmel, R. H. Barlow o Robert Bloch, a los que aconsejaba en sus
carreras y supervisaba trabajos. Mostró preocupación con las condiciones
políticas y económicas del país. En la Gran Depresión, mostró su apoyo a
Roosevelt y se convirtió en un socialista moderado, abandonando su rancio
conservadurismo, mientras continuaba estudiando una gran variedad de temas,
desde filosofía a literatura o historia de la arquitectura.
Última residencia de Lovecraft de
mayo de 1933 a 10 de marzo de 1937.
Los últimos dos o tres años de su
vida fueron muy apurados económicamente. A pesar del duro trabajo y de sus
esfuerzos como escritor, la pobreza en la que vivía aumentó. En 1932 su querida
tía, la señora Clark, murió, y se vio obligado a mudarse a una pequeña y exigua
habitación de alquiler con su otra tía, la señora Gamwell en 1933, situada en
la calle College 66, detrás de la biblioteca John Hay (la dirección actual de
esta casa es "65 Prospect Street"). Además, su íntimo amigo Robert E.
Howard, al que nunca llegó a conocer en persona, se suicidó el 11 de junio de
1936, dejándolo desconcertado y profundamente apenado.
Sus últimas obras fueron
incrementando en longitud y complejidad, lo que dificultaba la venta pues las
revistas pulp rechazaban los textos largos,lo que llevó a Lovecraft a la
necesidad de trabajar de revisor y corrector para otros autores, de escritor fantasma,
como en El diario de Alonzo Typer (1938), The Mound (1940) y Winged Death
(1940), y también en poesía y otros estilos literarios.
Sobre los problemas económicos
que sufrió el escritor a lo largo de toda su vida, el novelista francés
escribió:
En cuanto a sus obras, no le
reportaron prácticamente nada. De todos modos, no le parecía conveniente hacer
de la literatura una profesión. Según sus propias palabras: "Un caballero
no intenta darse a conocer, lo deja para los egoístas arribistas y mezquinos".
Claro, quizá sea difícil apreciar la sinceridad de esta declaración; puede
parecernos producto de un enorme tejido de inhibiciones, pero al mismo tiempo
hay que considerarla como la aplicación estricta de un código de conducta
caduco al que Lovecraft se aferraba con todas sus fuerzas. Siempre quiso verse
como un gentilhombre de provincias, que cultiva la literatura como una de las
bellas artes, para su propio deleite y el de algunos amigos, sin preocuparse
por los gustos del gran público, los temas de moda o cualquier otra cosa por el
estilo. Un personaje semejante ya no tiene cabida en nuestras sociedades […].
En una época de mercantilismo enloquecido, es reconfortante encontrar a alguien
que se niega con tal obstinación a “venderse”.
Michel Houellebecq.
Últimos años
En sus últimos años, su
naturaleza enfermiza y la desnutrición fueron minando su salud. Su anormal
sensibilidad a cualquier temperatura inferior a los 20° se agudizó hasta el
punto de que se sentía realmente enfermo a tales temperaturas.[cita requerida]
Durante el último año de su vida, sus cartas estaban llenas de alusiones a sus
malestares y dolencias. A finales de febrero de 1937, cuando contaba con
cuarenta y seis años, ingresó en el hospital Jane Brown Memorial, de
Providence. Allí murió a primeras horas de la mañana del 15 de marzo de 1937,
de cáncer intestinal complicado con la denominada enfermedad de Bright. Aunque
actualmente este término no suele utilizarse se refiere a una serie de
enfermedades inflamatorias de los riñones. Es decir, parece ser que Lovecraft
tuvo una complicación de su enfermedad tumoral intestinal con una grave
insuficiencia renal que provocó su fallecimiento. El diagnóstico de su
enfermedad tuvo lugar apenas un mes antes de su muerte.
Fue enterrado tres días después
en el panteón de su abuelo Phillips en el cementerio de Swan Point; aunque su
nombre está inscrito en la columna central, ninguna lápida señala su tumba.
Muchos años después de su muerte, en la lápida que le erigió un grupo de
aficionados, puede leerse una línea tomada de una de sus miles de cartas que
escribía a sus corresponsales: «Yo soy Providence».
Trasfondo creativo
El nombre de Lovecraft es
sinónimo de ficción de horror; sus escritos, particularmente los Mitos de
Cthulhu, han influido desde los años 60 a los autores de ficción a lo largo y
ancho del mundo, y se pueden encontrar elementos lovecraftianos en novelas,
películas, música, videojuegos, cómics y dibujos animados. Por ejemplo, los
villanos de Gotham City en Batman son encarcelados en el Asilo Arkham, en
Arkham, una invención de Lovecraft. Muchos escritores modernos de terror, como
Stephen King, Bentley Little o Joe R. Lansdale, por nombrar a unos pocos, han
citado a Lovecraft como una de sus más importantes influencias.
Lovecraft fue un escritor casi
desconocido en su propia época, aunque sus historias se habían hecho un lugar
en publicaciones como Weird Tales, solo los aficionados a este tipo de
literatura conocían su nombre. De entre ellos, mantenía regularmente
correspondencia con otros escritores contemporáneos, como Clark Ashton Smith y
August Derleth, gente que se convirtió en buenos amigos suyos, incluso sin
haberse nunca conocido en persona. Este nutrido grupo de escritores llegó a
conocerse como el Círculo de Lovecraft, ya que tomaban prestados elementos de
las historias de Lovecraft -libros misteriosos con nombres inquietantes,
panteones de dioses extraterrestres, como Cthulhu y Azathoth, y lugares como
Miskatonic y Arkham- para usarlos en sus propias historias, con la bendición y
ánimo de Lovecraft; aun en ocasiones con su ayuda, la cual solía extralimitarse
de la función de un editor para re-elaborar los relatos.12 Fueron los esfuerzos
del Círculo de Lovecraft —particularmente August Derleth— tras la muerte del
autor, los que evitaron que el nombre y las historias de Lovecraft
desaparecieran completamente en la oscuridad.
Después de su fallecimiento, el
Círculo de Lovecraft siguió contribuyendo a su leyenda. August Derleth fue,
probablemente, el más prolífico de todos ellos, ya que amplió y extendió la
visión de Lovecraft. Las contribuciones de Derleth han sido objeto de mucha
controversia, ya que mientras Lovecraft nunca consideró a su panteón de dioses
extraterrestres más que como parte de la trama argumental, Derleth creó una
cosmología completa, con una guerra entre Los Antiguos o Dioses arquetípicos,
como Hypnos o Ulthar, y los Dioses Primigenios, como Cthulhu y Nyarlathotep.
Además, asoció a los Dioses Primigenios a los cuatro elementos. Algunos
seguidores de Lovecraft no han visto con buenos ojos dichas modificaciones,
puesto que parecen contradecir la visión de Lovecraft de un universo
desordenado y sin plan, donde los seres menos malevolentes simplemente no se
interesaban en la Humanidad. La pregunta que todo fan se hace es: ¿Hubiera
aprobado Lovecraft las extensiones de Derleth? Se dice que Lovecraft era muy
comprensivo sobre esta clase de adiciones y modificaciones, por lo que
probablemente hubiera dado el visto bueno a Derleth, pero no lo hubiera
adoptado para sus propias historias. Si había un Círculo de Lovecraft, entonces
la versión de Derleth sería un añadido interesante, pero no formaría parte del
Círculo.
Bosquejo del carácter ficticio de
Cthulhu, dibujado por su creador, H.P. Lovecraft, 11 de mayo de 1934.
El trabajo de Lovecraft ha sido
agrupado en tres categorías por algunos críticos. Mientras que Lovecraft
prefirió no referirse a estas categorías él mismo, sí escribió en alguna
ocasión: «Existen mis obras poeanas y mis obras dunsanianas [pero] ¿dónde están
mis obras lovecraftianas?».
Historias macabras (c. 1905–1920)
Historias del Ciclo del Sueño (c.
1920–1927)
Los Mitos de Cthulhu / Lovecraft
(c. 1925–1935)
Algunos críticos no ven la
diferencia entre el Ciclo del Sueño y los Mitos de Cthulhu, frecuentemente
señalando el recurrente Necronomicón y los subsiguientes dioses. Una
explicación frecuentemente argüida es el que el Ciclo Del Sueño pertenece más a
un género de fantasía en tanto que Los Mitos pertenece a la ciencia ficción.
Las pesadillas que sufría
Lovecraft le sirvieron de inspiración directa para su trabajo, y es quizás una
visión directa de su inconsciente y su simbolismo explica su continuo revuelo y
popularidad. Todos estos intereses le llevaron a apreciar de manera especial el
trabajo de Edgar Allan Poe, quien influyó fuertemente en sus primeras
historias, de atmósfera macabra y ocultos miedos que acechan en la oscuridad.
El descubrimiento de Lovecraft de las historias de Edward Plunkett, Lord
Dunsany, llevó su literatura a un nuevo nivel, resultando en una serie de
fantasías que tomaban lugar en la tierra de los sueños. Fue probablemente la
influencia de Arthur Machen, con sus bien construidos cuentos sobre la
supervivencia del antiguo mal y de sus creencias místicas en misterios ocultos
que yacían detrás de la realidad que finalmente ayudaron a inspirar a Lovecraft
a encontrarse a sí mismo a partir de 1923.
Otra inspiración provino de una
fuente insospechada: los avances científicos en áreas como la biología,
astronomía, geología y física, que reducían al ser humano a algo
insignificante, impotente y condenado en un universo mecánico y materialista,
un pequeñísimo punto en la vastedad infinita del cosmos. Estas ideas
contribuyeron de forma decisiva a un movimiento llamado cosmicismo, y que le
dieron a Lovecraft razones de peso para su ateísmo.
Sobre este asunto, Rafael Llopis,
probablemente el mejor conocedor de la figura y la obra de Lovecraft en el
contexto de la lengua española, afirma en el prólogo a la antología fundamental
Los mitos de Cthulhu:
El elemento fundamental de los
Mitos, su materia prima —tanto desde el punto de vista genérico como
estructural— es la angustia cósmica del ateo Lovecraft y su expresión simbólica
onírica. Es evidente —dice George W. Wetzel— que «detrás de la formación de los
Mitos de Cthulhu había una profunda motivación psicológica. (...) Al descubrir
que la religión era un absurdo, quedó en él un vacío que intentó llenar con un
mundo místico imaginario». Este ansia religiosa frustrada, determinada por las
circunstancias de su vida real, [...] actúa como proyecto totalizador en torno
al cual se van a ir estructurando elementos diversos y hasta contradictorios
para dar origen a los Mitos.
Llopis hace notar más adelante
cómo recuerda el misticismo siniestro de los mitos lovecraftianos el «estilo
bíblico, los nombres sonoros y exóticos, el irrealismo onírico, el fondo
numinoso de religión arcaica» que impregna relatos poeanos como «Silencio» o
«Sombra», o también los Cuentos de un soñador, debidos a otro precursor de
Lovecraft: Lord Dunsany.
Sobre este asunto, afirma Llopis
(también psiquiatra), en su Historia natural de los cuentos de miedo (2013):
«Así, pues, la obra de Lovecraft contiene el germen de una religión primitiva,
bárbara y cruel, llena de horror primordial. Y ese horror deriva también del
juego dialéctico entre la fascinación que en él ejercía el caos de la
subconsciencia prehumana y su propio terror racionalista a la regresión de la
mente, a la pérdida del control consciente de sus pensamientos y actos. Para su
mente rígida y estrictamente lógica, el caos representaba un peligro mortal,
pero a la vez era liberación de un superyó tiránico y entrega a un mundo íntimo
y ancestral que le atraía como un abismo prohibido. Otra contradición
importante, íntimamente vinculada a la anterior, es la que surge en Lovecraft
entre su amor y su horror al pasado».
Los Mitos de Cthulhu integran un
panteón de deidades alienígenas extradimensionales y horrores que se alimentan
de la humanidad y que tienen trazos de antiguos mitos y leyendas. El término
Mito de Cthulhu fue acogido por el autor August Derleth después de la muerte de
Lovecraft. El autor se refería a su mitología artificial como Yog-Sothothery.
Sus historias crearon uno de los
elementos de mayor influencia en el género del horror: el Necronomicón, el
escrito secreto del árabe Abdul Alhazred. El impacto y la fortaleza del
concepto del mito ha llevado a algunos a concluir que Lovecraft basó su trabajo
en mitos pre-existentes y en creencias ocultistas. Ediciones apócrifas del
Necronomicón también han sido publicadas a través de los años.
Su prosa es anticuada, y
frecuentemente usaba vocabulario arcaico u ortografía en desuso, así como adjetivos
de extraño uso (gibosa, ciclópeo, atávico) e intentos de transcribir dialectos,
que han sido calificados de imprecisos. Su trabajo, al ser Lovecraft un
anglófilo, está plasmado de un inglés británico utilizando comúnmente escritura
anacrónica.
Lovecraft fue un prolífico
escritor de cartas. Durante su vida escribió miles de ellas, aunque no se
conoce el número exacto. Una estimación de 100.000 parece ser acertada, como
apunta L. Sprague de Camp. En algunas ocasiones las fechaba 200 años antes de la
fecha en que habían sido escritas, lo que las databa en la época colonial
americana, antes de la Revolución Americana que ofendía su Anglofilia. Explica
que, según él, los siglos XVIII y XX habían sido los mejores; el primero siendo
el siglo de nobleza y de gracia y el segundo de la ciencia, en tanto que el
siglo XIX, en particular la Era Victoriana, habría sido un error.
Etapas
Se suelen señalar en la evolución
literaria de Lovecraft diversas etapas marcadas por el influjo de sus autores
favoritos en esas épocas.17 Cada fase tuvo su periodo de apogeo, mas no es
posible realizar una fecha exacta de inicio y término pues las tres se
superponen.
Etapa gótica (1905 - 1920), en la
que impera el magisterio de Edgar Allan Poe. Compone cuentos con los elementos
clásicos del horror: grandes y antiguos castillos, páramos lejanos y desolados,
la noche como liberadora del mal. Destacan The beast in the cave (1905) y The
outsider, impresa después (1921), pero compuesta antes.
Etapa onírica (1920 - 1927),
profundamente influida por Lord Dunsany. Sus historias se desarrollan ahora en
las fantásticas Tierras del Sueño, describiendo con detalle los paisajes de
ensueño visitados. Siguiendo al Lord, tanto Lovecraft como su amigo y
corresponsal Clark Ashton Smith (1893-1961), crearon relatos ambientados en
mundos antiguos y mágicos, cercanos a la cultura y las leyendas mediterráneas,
frente a la que reinventaba las mitologías y cuentos nórdicos, cuyo máximo
representante sería J. R. R. Tolkien (1892-1973): The cats of Ulthar(Los gatos
de Ulthar) (1920), The Silver Key(La Llave de Plata) (1926) o, su cumbre, The
dream-quest of unknown Kadath(La Búsqueda onírica de la desconocida Kadath)
(1926-27; publicada en 1943).
Mitos de Cthulhu (1927 - 1937),
en que se percibe la impronta de Arthur Machen. En los relatos de este periodo
desarrolla los mitos de su imaginación en torno a los dioses primordiales y
describe infinidad de criaturas que acechan a la Tierra. Destacan The call of Cthulhu (1926), The
Dunwich horror (1928) y The shadow over Innsmouth (1931), entre otros.
Otros autores distinguen, por el
contrario, ciclos o proyectos narrativos más específicos:
Ciclo Onírico (The white ship)
Ciclo de Nueva Inglaterra (The colour out of
space)
Ciclo de las Civilizaciones
Perdidas (The nameless city)
Ciclo de Randolph Carter (The
silver key)
Ciclo de los Mitos de Cthulhu
(Dunwich's horror)
Temas
En las historias de Lovecraft se repiten varios temas:
Conocimiento prohibido
No hay en el mundo fortuna mayor,
creo, que la incapacidad de la mente humana para relacionar entre sí todo lo
que hay en ella. Vivimos en una isla de plácida ignorancia, rodeados por los
negros mares de lo infinito, y no es nuestro destino emprender largos viajes.
Las ciencias, que siguen sus caminos propios, no han causado mucho daño hasta
ahora; pero algún día la unión de esos disociados conocimientos nos abrirá a la
realidad, y a la endeble posición que en ella ocupamos, perspectivas tan
terribles que enloqueceremos ante la revelación, o huiremos de esa funesta luz,
refugiándonos en la seguridad y la paz de una nueva edad de las tinieblas.
H. P. Lovecraft, La llamada de Cthulhu (1928)
Los protagonistas de las
historias de Lovecraft siempre son conducidos a la «unión de esos disociados
conocimientos», y también así comienzan muchas de sus historias. Cuando tal
cosa ocurre, la mente del protagonista o investigador, por lo normal, queda
destruida por la abismal enormidad de lo descubierto, al ser incapaz de
asimilar semejante conocimiento. Aquellos que se cruzan con manifestaciones
«vivas» de lo incomprensible, se vuelven locos.
Aquellos personajes que intentan
hacer uso de este conocimiento, están, invariablemente, condenados. Algunas
veces su trabajo atrae la atención de seres malévolos; ocasionalmente, son
aniquilados por monstruos de su creación.
Influencias
extraterrenas en la humanidad
Los seres de los Mitos de
Lovecraft a menudo se sirven de humanos. Cthulhu, por ejemplo, es venerado bajo
distintos nombres por diferentes cultos alrededor del mundo, como los
esquimales de Groenlandia y los practicantes de Vudú de Luisiana.
Los adoradores son usados por
Lovecraft por motivos narrativos como ayuda en el hilo conductor de la
historia. A veces intervienen de forma directa en la acción. La mayoría de los
seres de Los Mitos son extremadamente poderosos como para ser derrotados por
humanos, y su conocimiento directo significa, normalmente, que la víctima se
vuelva loca. Cuando se llega a un acuerdo con ellos, Lovecraft necesita una
forma de proveer una estructura dramática para construir el hilo tensor sin
llevar la historia a un final prematuro. Los adoradores le ofrecen la forma de
revelar información sobre sus «dioses» en pequeñas dosis, y haciendo posible
para los protagonistas ganar batallas temporales. Lovecraft, como sus contemporáneos,
imaginó «salvajes» cercanos a la Tierra, es decir, en el caso de Lovecraft,
cercanos a Cthulhu.
A propósito de esta temática,
Jorge Luis Borges escribió el cuento "There are more things",
incluido en el volumen "El libro de arena", como homenaje a
Lovecraft.
Culpa atávica
Otro tema recurrente en las
historias de Lovecraft es la idea de que los descendientes en una línea de
sangre nunca pueden escapar de los crímenes cometidos por sus antepasados, si
éstos han sido suficientemente atroces. Los descendientes pueden estar alejados
en tiempo y en espacio (y, además, en culpabilidad) del acto en sí mismo, pero
la sangre se lo revelará (Las ratas en las paredes, El horror oculto, Arthur
Jermyn, El alquimista, La sombra sobre Innsmouth y El caso de Charles Dexter
Ward).
Un ejemplo de crimen que
Lovecraft considera suficientemente atroz para esta clase de consecuencias es
el canibalismo (El grabado en la casa y Las ratas en las paredes).
Imposibilidad de escapar
del destino
A menudo, en las historias de
Lovecraft, el protagonista es incapaz de controlar sus propias acciones, o
encuentra imposible cambiar el curso de los acontecimientos. Muchos de estos
personajes escaparían del peligro si simplemente corrieran en dirección opuesta,
aunque esta posibilidad nunca surge o es de alguna forma sometida por una
entidad externa, como en El color que cayó del cielo. Con frecuencia estos
sujetos se encuentran bajo la influencia de algún ser malévolo u otros seres.
Con la misma inevitabilidad que el destino del ancestro, huir o suicidarse no
proporciona la completa seguridad de escapar (La cosa en el umbral, El intruso,
El caso de Charles Dexter Ward, etc.) En algunos casos, este destino se
manifiesta para toda la humanidad, y no existe escape posible (En la noche de
los tiempos, La sombra sobre Innsmouth). En relatos como Los sueños en la casa
de la bruja, la poética de Lovecraft apunta a la imposibilidad de triunfo de
los saberes popular y científico (las leyendas y la ciencia) frente al horror
de lo desconocido.
La civilización
amenazada
Lovecraft juega a menudo con la
idea de la civilización que lucha penosamente contra elementos bárbaros y
primitivos. En algunas historias esta lucha es a nivel individual; la mayoría
de sus protagonistas poseen una cultura y unos estudios elevados, pero se ven
gradualmente corrompidos por una influencia maligna.
En estas historias, la
«maldición» es normalmente hereditaria, o por cruzarse con seres no humanos
(Hechos tocantes al difunto Arthur Jermyn y su familia en 1920, La sombra sobre
Innsmouth en 1931) o a través de cierta influencia mágica (El caso de Charles
Dexter Ward). La degradación física y mental aparecen de forma conjunta. El
tema de la «sangre corrompida» podría representar la preocupación de Lovecraft
respecto la historia de su familia, particularmente la muerte de su padre
debido a lo que Lovecraft sospechaba que fue a causa de un desorden sifilítico.
En otras historias, una sociedad
al completo es amenazada por la barbarie. A veces, dicho barbarismo es
representado por una amenaza externa, con una civilización destruida por la
guerra (Polaris). De vez en cuando, un pequeño grupo de gente cae en decadencia
y surge espontáneamente un atavismo (El horror oculto). Mucho más
frecuentemente, tales historias involucran a una cultura civilizada que es
gradualmente socavada por una clase baja marginal, sin educación ni derechos,
que se halla influida por fuerzas inhumanas.
Racismo
Un componente común y dramático
en el trabajo de Lovecraft es asociar la virtud, el intelecto, una clase elevada,
civilización y racionalidad a la etnia anglosajona blanca, que a menudo
contrapuso con el corrupto, intelectualmente inferior, incivilizado e
irracional, que asoció con gente de clase baja, racialmente impura, y/o no de
raza europea, de piel oscura, que frecuentemente eran los villanos en sus
historias.
Algunas de sus opiniones racistas
más cruentas pueden localizarse en su poesía, particularmente en On the
creation of Niggers y New England Fallen (ambas de 1912). En On the creation of
Niggers, Lovecraft plasma de una forma muy cruda sus prejuicios, caracterizando
explícitamente a la gente negra como subhumanos:
En La llamada de Cthulhu,
Lovecraft describe a un grupo mestizo de adoradores de Cthulhu:
Examinados en el cuartel de la
policía, luego de un viaje agotador, los prisioneros resultaron ser mestizos de
muy baja ralea, y mentalmente débiles. Eran en su mayor parte marineros, y
había algunos negros y mulatos, procedentes casi todos de las islas de Cabo
Verde, que daban un cierto matiz vudú a aquel culto heterogéneo. Pero no se
necesitaron muchas preguntas para comprobar que se trataba de algo más antiguo
y profundo que un fetichismo africano. Aunque degradados e ignorantes, los
prisioneros se mantuvieron fieles, con sorprendente consistencia, a la idea
central de su aborrecible culto.
Lovecraft también expresó en
alguna ocasión creencias racistas y etnocéntricas en su cartas personales20 En
una carta fechada el 23 de enero de 1920, Lovecraft escribió:
Para el hombre evolucionado —la
cumbre del perfeccionamiento orgánico en la Tierra—, ¿qué rama del pensamiento
se ajusta mejor que aquella que conquista las más altas y exclusivas facultades
humanas? El salvaje primitivo, o simio, simplemente rebusca en la selva para
encontrar una compañera; ¡el ario eminente debe elevar sus ojos a los mundos de
más allá y considerar su relación con el infinito!
En Herbert West: Reanimador,
Lovecraft describe a un varón afroamericano que acaba de fallecer:
Era un ser repugnante, con pinta
de gorila, unos brazos anormalmente largos que me parecían de manera inevitable
patas anteriores, y una cara que irremediablemente hacía pensar en los secretos
insondables del Congo y las llamadas de tam-tam bajo una luna misteriosa. El
cuerpo debió tener peor aspecto en vida, pero el mundo contiene mucha fealdad.
En El horror en Red Hook, un
personaje es descrito como «un Árabe con una odiosa boca negroide». En la obra
El lazo de Medusa, escrito para Zealia Bishop, la sorpresa final de la historia
—después de revelar que el villano de la historia es una medusa vampírica— es
que ella era débil, y sutilmente, aún a los ojos del genio, el vástago indiscutible
de los primeros pobladores de Zimbabwe. No es de extrañar que tuviera un lazo
con la anciana bruja Sophonisba… ya que, en una diluida proporción, Marceline
era negra».
En El caso de Charles Dexter
Ward, se presenta de forma condescendiente a una pareja afroamericana:
Conocía a la familia negra que
habitaba la casa y fue cortésmente invitado a visitar el interior por el viejo
Asa y su fornida esposa, Hannah.
En contraste con el propietario,
al parecer extranjero::
«… un hombre de facciones
ratoniles y acento gutural…»
Los narradores en La calle,
Herbert West: Reanimador, Él, La llamada de Cthulhu, La sombra sobre Innsmouth,
El Horror en Red Hook, y en muchos otras historias, expresan sentimientos que
podrían ser considerados hostiles hacia los judíos. Se casó con una mujer
ucraniana de ancestros judíos, Sonia Greene, quien más tarde comentó que tenía
que recordarle constantemente sus raíces cuando realizaba algún comentario
antisemita. «Siempre que nos encontrábamos en las calles de Nueva York,
abarrotadas de personas de distintas nacionalidades y credos —escribió Greene
después de su divorcio— Howard venía lívido de la rabia. Parecía que iba a
perder la cabeza».
Hasta cierto punto, las ideas de
Lovecraft referentes a la raza reflejaban actitudes comunes en esa época, y
particularmente las leyes de segregación racial se hacían cumplir en la mayor
parte del territorio estadounidense, y muchos estados promulgaban leyes
eugenésicas y prohibiciones en contra del mestizaje, que también eran comunes
en áreas no católicas en Europa. Un movimiento popular durante la década de
1920, dio como resultado en una drástica restricción en la inmigración hacia
los Estados Unidos, culminando en la Ley de Inmigración de 1924, que ponía de
manifiesto testimonios de expertos ante el Congreso de Estados Unidos sobre la
amenaza hacia la sociedad americana en la asimilación de «personas de baja
cultura» del este y del sur de Europa.
Lovecraft era un anglófilo
confeso, y sostenía que la cultura inglesa era el pináculo comparativo de la
civilización, y consideraba a los descendientes de los primeros ingleses en
América como una rama de segunda clase, y todos los demás, por debajo de ellos
(por ejemplo, su poema An American to Mother England. Su amor por la historia y
la cultura inglesa se ve a menudo reflejada en su trabajo (como la nostalgia
del Rey Kuranes por Inglaterra en La búsqueda onírica de la desconocida
Kadath).
Las ideas de Lovecraft sobre la
eugenesia se extendían a menudo sobre sus personajes de raza blanca. Mostró una
mayor simpatía por la raza caucásica y los grupos culturales europeos. El
narrador de Aire frío habla de forma despectiva sobre los pobres hispanos de su
vecindario, pero respeta al rico y aristócrata Dr. Muñoz, por sus orígenes
celtíberos, y porque es «un hombre de cuna, culto y de buen gusto». Los
descendientes degenerados de los inmigrantes holandeses en las Montañas
Catskill, «quienes corresponden exactamente con la basura blanca en el sur»
(Más allá del muro del sueño, 1919), son elementos comunes. En El Templo, el
narrador es una persona en extremo desagradable: un capitán de un U-Boot de la
Primera Guerra Mundial cuya fe en su «inquebrantable voluntad germánica» y la
superioridad de su patria lo llevan a ametrallar a los supervivientes que se
encontraban en botes salvavidas; más tarde, asesina a su propia tripulación,
mientras lo ciega la maldición que ha atraído sobre él. De hecho, de acuerdo
con Lovecraft: Una biografía, por L. Sprague de Camp, Lovecraft estaba
horrizado por los informes de violencia antisemita en Alemania (antes de la
Segunda Guerra Mundial, que Lovecraft no viviría para verla), sugiriendo que el
escritor a pesar de todo, se oponía a la exterminación de aquellos que
consideraba «inferiores».
El racismo de Lovecraft ha sido
un foco continuado de interés académico e interpretativo. S. T. Joshi, uno de
los primeros eruditos en Lovecraft, observa que «no hay ninguna negación del
racismo en Lovecraft, ni puede ser interpretada simplemente como “típico de su
época”, ya que parece que Lovecraft expresó sus opiniones más pronunciadamente
(aunque generalmente no para su publicación) que muchos otros contemporáneos.
Es también absurdo negar que el racismo entra en su ficción».25 Michel
Houellebecq defiende que «el odio racial» proporcionaba la fuerza y la
inspiración emocional para muchas de las mejores obras de Lovecraft.
El antagonismo racista de
Lovecraft es un corolario de su noción nihilista del determinismo biológico: En
las montañas de la locura, donde los exploradores descubren pruebas de una raza
totalmente extraterrestre (Antiguos) que creó seres humanos mediante
bioingeniería, pero fue destruida finalmente por sus brutales esclavos, los
Shoggoth. Incluso después de que varios miembros de la expedición mueran a
manos de los Antiguos y los Shoggoth, se aprecia cierta simpatía por parte del
narrador hacia estos seres:
¡Pobre Lake, pobre Gedney... y
pobres Primordiales! Científicos hasta el final. ¿Qué hicieron ellos que no
hubiéramos hecho nosotros en su lugar? ¡Santo Dios, qué inteligencia y qué
tenacidad! ¡Qué manera de enfrentarse con lo increíble, igual que aquellos
parientes y antepasados suyos que se habían enfrentado también con cosas casi
igualmente extrañas! Animales radiados, plantas, monstruos, semilla de
estrellas, no sé qué habían sido, pero ahora eran hombres.
Estas líneas del pensamiento en
la visión del mundo de Lovecraft - racismo y una romántica defensa reaccionaria
del orden cultural frente a la degeneración del mundo moderno - han conducido a
algunos estudiosos a establecer una afinidad especial con el aristocráta,
antimodernista y tradicionalista Julius Evola:
Ciertamente, "La búsqueda
onírica de la desconocida Kadath", con su grandiosa representación de su
ciudad, Onyx, irradia el fresco y elegante espíritu de la Tradición, que entra
en contraposición a la que en muchas historias es el pozo de la decadencia,
Innsmouth, cuya endogámica población es compuesta en parte por los vástagos de
la concepción contranatura de lujuriosos marineros con monstruos marinos; la
fuerza negativa de la Tradición. La eterna lucha entre la titánica fuerza de la
luz y las telúricas fuerzas del caos, es reflejada en su trabajo y en su
racismo"
Las mujeres
Las mujeres en la obra de
Lovecraft escasean, y no son compasivas, comprensivas ni amables. Los pocos
personajes femeninos en sus historias, - como Asenath White (si bien de hecho
era un perverso hechicero que se había apoderado del cuerpo de una inocente
chica) en La cosa en el umbral y Lavinia Whateley en El horror de Dunwich -
son, de forma invariable, sirvientas de las fuerzas del mal. El romance se
encuentra casi ausente de sus historias; cuando aparece el amor, es normalmente
de forma platónica (El árbol, Cenizas). Sus personajes viven en un mundo donde
la sexualidad tiene connotaciones negativas - si es reproductiva, suele dar
nacimientos de seres sub-humanos El horror de Dunwich -. En este contexto,
puede ser de ayuda prestar atención a la escala del horror de Lovecraft, que es
frecuentemente descrito por "horror cósmico". Operando a escalas
cósmicas, tal y como operan estas historias, asignan a la humanidad un rol
insignificante, por lo que no es a la sexualidad femenina a lo que estos
relatos niegan su rol positivo y vital, es a la sexualidad humana en general.
Además, Lovecraft sostiene en una
carta privada (enviada a una de sus amigas escritoras y poetisas) que la
discriminación en contra de la mujer es una superstición oriental, de la cual
los arios deberían liberarse. Dejando el racismo aparte, la carta parece
excluir una misoginia consciente, como de hecho, parece estar descartada de su vida
privada.
Riesgos de la ciencia
Al llegar el siglo XX, la
dependencia y confianza del ser humano respecto la ciencia fue aumentando
significativamente, abriendo nuevos mundos y proporcionando herramientas
mediante las cuales se puede comprender mucho mejor el mundo en el que se vive.
Lovecraft aprovechaba huecos, lagunas en el conocimiento del universo y las
convertía en tenebrosas ciénagas del horror. En la obra El color allende el
espacio, se pone de manifiesto la incapacidad de la ciencia para comprender un
meteorito, lo que lleva a un paroxismo demencial.
En una carta dirigida a James F.
Morton en 1923, Lovecraft define la Teoría de la Relatividad de Albert Einstein
como un lanzamiento del mundo al caos y haciendo del cosmos una broma. En otra
carta, escrita en 1929 y dirigida a Harris Woodburn, Lovecraft especula con la
comodidad que proporciona la ciencia y el riesgo que supondría que se
colapsara. Es más, en una época donde el ser humano veía la ciencia como algo
tremendamente poderoso e ilimitado, Lovecraft se dio cuenta de su potencial
alternativo y sus tenebrosos resultados.
Estilo
El estilo de Lovecraft es muy
característico e inconfundible, pero no era lo que se dice un
"estilista"; se limitaba a conseguir un tono siempre serio y solemne.
Comparado, por ejemplo, con otro maestro del género de terror, Montague R.
James, carece de ironía, su cultura se muestra impostada y crea atmósferas
desde el principio, no como M. R. James, quien las va levantando poco a poco
acumulando contrastes y sutilezas hasta el desastre final. Sin embargo, y por
el contrario, es el rey del tono; usa demasiados adjetivos y palabras
polisílabas y un tempo narrativo lento y moroso que logra distanciar a un
lector acostumbrado a lecturas más rápidas y directas, menos oscilantes y
sinuosas, y lo instala en otra órbita en la que se siente perdido. Además,
repite machaconamente ciertas palabras que van predisponiendo poco a poco la
sensibilidad del lector en el nivel que le interesa ("atávico",
"numinoso", "inmemorial", "arcano"...).
Como suele narrar desde el punto
de vista de un erudito, usa un inglés arcaico y avejentado que le sirve para
conferir una falsa autoridad polvorienta y la patina del tiempo a lo que narra,
inventándose una bibliografía ficticia de grimorios en latín, árabe o hebreo
(el Necronomicón de Abdul Alhazred, De Vermis Mysteriis, el Liber Ivonis
aportación de su discípulo Robert Bloch, el Cultes de Goules del Conde
D'Erlette etc.). También le ayuda a desorientar y desenfocar el juicio del
lector el empleo de la primera persona, que funde lector y protagonista, pero
con la argucia de que este último suele ser un solitario sin vida ordinaria ni
necesidades sociales ni placeres confesos, ensimismado y cercano al suicidio y
la locura, haciendo que asimile su psicología atormentada y acrecentando su
miedo. Describe todo con prolijidad... pero nunca, salvo al final de su carrera
-y quizá por la reescritura de su testaferro August Derleth- al monstruo, al
que deja obrando en un plano abstracto mucho más ominoso. Gusta de esparcir
sensaciones vagas e indefinibles que propenden a crear ilusiones de inseguridad
y trascendencia, desordenando la realidad espacio-temporal. Su escritura tiende
a una especie de religiosidad ritual de ecos paganos pero arreligiosa, pues el
autor era ateo: Lovecraft excluye conscientemente la religión, que podría
ofrecer algún consuelo ante el horror inevitable.
Libros:
https://es.wikipedia.org/wiki/H._P._Lovecraft