En este momento de crisis financiera y recordando la crisis económica que padece Grecia desde el 2010 me gustaría compartirles un poco de la historia de esta y un poco de información sobre la crisis que padece.
Grecia
Historia
de Grecia
La historia de Grecia es una de las más
tempranamente documentadas y estudiadas. Existen fuentes escritas desde el
segundo milenio a. C.1 En la Antigüedad, Grecia fue una de las regiones con
mayor desarrollo tecnológico en Occidente y era poseedora de una rica tradición
cultural. Fue famosa por sus conocimientos científicos, sus pensadores y
escritores, su arte y su arquitectura.
El país que actualmente se denomina Grecia se
conocía antiguamente como Hélade, pero políticamente estaba fragmentado en
numerosas polis o ciudades estado independientes entre sí, que unas veces se
aliaban y otras se enfrentaban en guerras sangrientas.
La civilización griega tuvo un fuerte
desarrollo en el campo filosófico. Se le suele llamar "la cuna de la
civilización occidental", ya que sus grandes pensadores fueron los que
desarrollaron los primeros conceptos de
la filosofía entre los que estaba la concepción de la física del
"átomo" (sin división) y su arte, sencillo, se caracterizó por la
construcción de templos con grandes pilares y techos a dos aguas; en la música
destacaron sus danzas folclóricas y sus cantos se ejecutaban todos los días en
todas sus actividades.
Entre los monumentos más famosos de esta
antigua civilización se encuentran, entre otros, el Partenón, el teatro de
Epidauro y el Mausoleo de Halicarnaso.
Orígenes
de Grecia
Desde el Paleolítico se atestigua la presencia
del hombre en Grecia (3200 a. C. a 2000 a. C.), y en Asia Menor.
En la isla de Creta se desarrolló la primera
civilización avanzada, la cretense o minoica. Durante su época de mayor
esplendor (minoico medio, hacia 1950 a. C. a 1550 a. C.), se construyeron los
palacios de Cnosos, Festos y Hagia Triada. Por otro lado, los aqueos o
protohelenos se establecieron en la Argólida, donde construyeron las fortalezas
de Tirinto y Micenas, de la que derivó el nombre micénica que se da a su
elevada civilización, asimiladora de la cultura minoica. Hacia el 1550 a. C.
comenzó un período de apogeo a ambos lados del mar Egeo, que culminó con la
conquista de Creta. A comienzos del siglo XII a. C., los dorios irrumpieron en la
Grecia continental. En consecuencia, los aqueos emigraron al Peloponeso; los
jonios al Ática, a Eubea y a las Cícladas, y los eolios a Tesalia y a Beocia.
Además, esa invasión incrementó el proceso de emigración de colonos griegos
hacia el litoral de Asia Menor y provocó la fragmentación de Grecia en
ciudades-estado (polis).
Helenización de Grecia
La evidencia lingüística muestra que antes del
IV milenio a. C., Grecia y los alrededores estuvieron habitados por pueblos que
hablaban lenguas no-indoeuropeas. No se conoce con precisión cuándo llegaron
los hablantes de lenguas griegas a Grecia, pero se estima que pudo ocurrir
hacia el 2000 a. C. Esto sugiere que las primeras civilizaciones atestiguadas
en territorio griego, la cicládica, la egea y la minoica fueron creadas por
pueblos que estaban etnolingüísticamente emparentados con los griegos. En
cambio en el período micénico la lengua dominante de la mayor parte de áreas
parece haber sido una forma de griego, el griego micénico o formas de griego
relacionadas con él.
Lugares y pueblos
La civilización griega se extendió hasta las
islas del Egeo, la costa oriental del mar Egeo, las costas meridionales en
torno a los mares Adriático y Tirreno, y muchas zonas costeras alrededor de
toda la cuenca mediterránea. Posteriormente, con las conquistas de Alejandro
Magno, se extenderían hacia el Oriente.
La antigua Grecia surgió en plena época
oscura, conocida en la historiografía anglosajona como "Edad oscura",
que se inicia con la desaparición de la cultura micénica (siglos XII a XI a.
C.). Grecia estaba compuesta por varias culturas, como los jonios, dorios y
eolios.
Civilizaciones
de Grecia
Civilización egea y
cicládica
Las primeras civilizaciones registradas en lo
que actualmente es Grecia, son las civilizaciones prehistóricas, que no
produjeron registros escritos y por tanto, solo se pueden estudiar mediante la
arqueología.
Civilización minoica
Es la primera civilización del mundo griego, y
floreció en la isla de Creta. Sus habitantes se establecieron en la zona hacia
el año 6000 a. C., y alcanzó el máximo esplendor entre los años 2000 y 1600 a.
C. Contaban con abundantes riquezas, acumuladas gracias al comercio con otras
ciudades de la edad de bronce, y a la fertilidad de su suelo, que producía
aceitunas, cereales y vino en abundancia. Todo el sistema económico se
centralizaba en torno a sus ricos palacios, caracterizados por su decoración a
base de escenas pintadas en los muros o “frescos”. Se trataba de construcciones
edificadas cerca del mar, y son una muestra del desarrollo artístico y
arquitectónico de la cultura minoica.
Civilización micénica
Del año 1600 a.c hasta el año 1200 a.c Grecia
disponía en la Edad de Bronce de centros palaciegos importantes que dominaban
distintos territorios, entre ellos Micenas. El rey o "señor" vivía en
estos grandes palacios que desempeñaban el papel de cuartel general del
ejército y centro administrativo. El pueblo micénico se caracterizó por su
activo comercio marítimo y sus numerosas exportaciones de productos
manufacturados. Alcanzaron su cenit sobre el año 1600 a. C., y poco a poco
fueron desapareciendo los palacios en circunstancias aún desconocidas hasta la
invasión de los dorios.
Civilización clásica y
postclásica
No es fácil delimitar la civilización griega
ni en cuanto a espacio ni tiempo. Convencionalmente se hace la siguiente
división:
I: Arcaica (723-453 a. C.).
II: Clásica (siglo V-III a. C.).
III: Helenística (siglo III-I a. C.).
En este curso histórico surgieron varios
hechos importantes y fundamentales en la formación definitiva de lo que fue
Grecia posteriormente: la formación de las polis (ciudades), el siglo V a. C.,
la Edad Ateniense, las guerras Médicas o la del Peloponeso (cinco años después
de la cual se trataron de modificar las ciudades estados), la preeminencia de
Macedonia (con Filipo II y su hijo, Alejandro Magno) y la extensión por Asia
del mundo helenístico. La dominación romana en el siglo II a. C. pondría punto
final a la civilización griega políticamente, pero dejaría una impronta
indeleble en sus invasores a través de los siglos.
Grecia
antigua
Edad oscura
“De la época de las tinieblas a las polis”
Esta época corresponde al surgimiento de Grecia como civilización entre el
siglo XI y el IX a. C. En el curso del siglo X a. C. se produjo un proceso de
urbanización en el cual se agruparon varias aldeas hasta llegar a formar
ciudades como Esparta y Atenas. La organización interna socio-política de estas
primitivas polis estaba dominada por las tribus o ethnos, junto a los hogares
clanes (genos) y fraternidades (fratrías). Estas ciudades-estado eran gobernadas
por reyes que ejercían la autoridad religiosa, militar y política, excepto en
Esparta donde la autoridad de los reyes empezó a ser reemplazada por una
autoridad aristocrática formada por terratenientes que podían criar, mantener y
montar sus caballos. Otros dos factores que formaron un papel fundamental en la
formación de la civilización griega fueron la institución de unos juegos
panhelénicos como los Juegos Olímpicos de los que tenemos noticia
"oficial" desde el año 776 a. C. y que subrayan los rasgos comunes de
los griegos, y las dos epopeyas de Homero, Ilíada y Odisea, probablemente compuestas
en el siglo VIII a. C.
El siglo VIII a. C. fue un periodo
revolucionario para la formación de la civilización griega ya que se utiliza el
alfabeto fenicio para adaptarlo a la lengua griega, se mejoran también la
metalurgia del hierro y las técnicas agrícolas. Esto produjo como resultado el
aumento de la población, lo cual desembocó en la necesidad de emigrar y fundar
colonias. Estas colonias enviaban metales y alimentos a sus metrópolis e
importaban a cambio productos ya terminados. Esta prosperidad comercial, entre
otros factores, condujo a la rápida fundación de las ciudades estado-griegas en
la costa del Egeo y sus islas (a finales de ese siglo ya había más de 700
ciudades- estado). Esta riqueza avivó cada vez más las ansias de independencia
política de las colonias respecto a sus metrópolis, no siempre por la vía
pacífica, lo que originó la creación de ejércitos y técnicas militares
perfeccionadas como la infantería pesada: (los hoplitas) que reemplazaron a los
anteriores ejércitos de caballería. De modo general puede decirse que entre los
siglos VIII y VI a. C., las polis griegas experimentaron una transición de un
sistema de gobierno monárquico a uno aristocrático.
En el curso de las crisis sociales de los
siglos VII y VI a. C. pasaron por una serie de gobiernos dictatoriales (los
tiranos) hasta llegar finalmente a unos gobiernos democráticos. Esparta siguió
un curso distinto porque conservó su doble monarquía (diarquía), y después de
las Guerras Médicas desarrolló una organización militar que llegó a
caracterizarla en lo sucesivo.
Guerras Médicas
Entre los años 499 y 478 a. C., Grecia se
enfrentó a un gran enemigo: los persas. Durante mucho tiempo Persia fue una
amenaza principalmente en los territorios del Asia Menor. Estas guerras
transcurrieron bajo dos reinados persas, el de Darío I y el de Jerjes (hijo de
éste) y se dieron en dos partes, obteniendo la victoria las ciudades (polis)
griegas, gracias en parte a sus desarrollados navíos:
La Primera Guerra Médica, en la que tuvo lugar
la batalla de Maratón en el 490 a. C.
La Segunda Guerra Médica, en la que
acontecieron la batalla de las Termópilas, la de Salamina y la de Micala.
La Confederación
Ateniense y el Siglo de Pericles
Para proseguir la lucha marítima contra el
Imperio persa, Atenas organizó la Confederación Ateniense o Liga de Delos (477
a. C.), y a partir de entonces dominó el comercio marítimo del mundo colonial
griego. Atenas se convirtió además en un centro político e intelectual, cuyo
período de mayor esplendor correspondió al gobierno de Pericles,
fundamentalmente desde 462 a. C. hasta 429 a. C., en el que su influencia
política se dejó sentir con intensidad. En política interior, Pericles modificó
las leyes, dándoles un sentido más democrático, estableció la retribución de
los cargos públicos y reconstruyó la ciudad, muy dañada a consecuencia de las
Guerras Médicas. Las reformas constitucionales que emprendió fueron consecuencia
de la transformación de la estructura social: los nobles, cuya influencia
política descansaba sobre la propiedad territorial, pasaron a un segundo plano,
mientras que la clase media, constituida por marinos, comerciantes y artesanos,
se convirtió en una clase privilegiada, que obtuvo la dirección política de la
ciudad.
En la esfera de relaciones internacionales,
Pericles se encontró ante dos problemas: el de acabar definitivamente el
conflicto con Persia, que persistía en sus ataques a las colonias griegas de
Asia Menor, y el de convivir con Esparta. En cuanto al primero de ellos,
Pericles logró establecer con los persas un armisticio beneficioso (Paz de
Calias en 449 a. C.). Respecto al segundo problema, en el 446 a. C. concertó
una paz de treinta años con Esparta, por lo que esta ciudad reconocía la Liga
de Delos; en compensación, Atenas renunciaba a la hegemonía terrestre,
evacuando sus posiciones en el Peloponeso y en el Istmo.
Guerra del Peloponeso
La guerra del Peloponeso (431–404 a. C.) fue
un conflicto militar de la Antigua Grecia que enfrentó a la Liga de Delos
(conducida por Atenas) con la Liga del Peloponeso (conducida por Esparta).
Tradicionalmente, los historiadores han
dividido la guerra en tres fases. Durante la primera, llamada la Guerra
arquidámica, Esparta lanzó repetidas invasiones sobre el Ática, mientras que
Atenas aprovechaba su supremacía naval para atacar las costas del Peloponeso y
trataba de sofocar cualquier signo de malestar dentro de su Imperio. Este
período de la guerra concluyó en 421 a. C., con la firma de la Paz de Nicias.
Sin embargo, al poco tiempo el tratado fue socavado por nuevos combates en el
Peloponeso lo que llevó a la segunda fase. En 415 a. C., Atenas envió una
inmensa fuerza expedicionaria para atacar Siracusa, en Sicilia. La expedición
ateniense, que se prolongó del 415 al 413 a. C., terminó en desastre, con la
destrucción de gran parte del ejército y la reducción a la esclavitud de miles
de soldados atenienses y aliados.
Esto precipitó la fase final de la guerra, que
suele ser llamada la Guerra de Decelia. En esta etapa, Esparta, con la nueva
ayuda de Persia y los sátrapas (gobernadores regionales) de Asia Menor, apoyó
rebeliones en estados bajo el dominio de Atenas en el Mar Egeo y en Jonia, con
lo cual debilitó a la Liga de Delos y, eventualmente, privó a Atenas de su
supremacía marítima. La destrucción de la flota ateniense en Egospótamos puso
fin a la guerra y Atenas se rindió al año siguiente.
La guerra del Peloponeso cambió el mapa de la
Antigua Grecia. A nivel internacional, Atenas, la principal ciudad antes de la
guerra, fue reducida prácticamente a un estado de sometimiento, mientras
Esparta se establecía como el mayor poder de Grecia. El costo económico de la
guerra se sintió en toda Grecia; un estado de pobreza se extendió por el
Peloponeso, mientras que Atenas se encontró a sí misma completamente devastada
y jamás pudo recuperar su antigua prosperidad.2 3 La guerra también acarreó
cambios más sutiles dentro de la sociedad griega; el conflicto entre la
democracia ateniense y la oligarquía espartana, cada una de las cuales apoyaba
a facciones políticas amigas dentro de otros estados, transformó a las guerras
civiles en algo común en el mundo griego. Las guerras griegas, mientras tanto,
que originariamente eran una forma de conflicto limitado y formal, se
convirtieron en luchas sin cuartel entre ciudades estado que incluían
atrocidades a gran escala. La guerra del Peloponeso, que destrozó tabúes
religiosos y culturales, devastó extensos territorios y destruyó a ciudades
enteras, marcó el dramático final del dorado siglo V a. C. de Grecia.
El siglo prealejandrino
Las ciudades griegas sometidas antes a Atenas
vieron que la tiranía impuesta ahora por Esparta resultaba más dura. Por ello,
en 403 a. C. estalló un alzamiento general, que derrocó el régimen de los
Treinta Tiranos y restableció la democracia en Atenas. El movimiento
antiespartano era capitaneado por Tebas, que contaba con el apoyo de Atenas,
Argos y Corinto (Guerra de Corinto, 394 a. C. a 387 a. C.). Pese a que los
aliados fueron derrotados en la batalla terrestre de Coronea (394 a. C.), la
decisión estratégica de la lucha se solventó en el mar, donde aquéllos
destruyeron la flota espartana en Cnido (394 a. C.). Esparta, que veía peligrar
su hegemonía, pidió ayuda a los persas, y la intervención de éstos obligó a los
aliados a aceptar la Paz de Antálcidas (386 a. C.). A consecuencia de esta paz,
Persia se anexó las colonias griegas de Asia Menor y cerró a Atenas toda
posibilidad de rehacer su antiguo Imperio marítimo, mientras que reconocía a
Esparta su papel de rectora de la Liga del Peloponeso. De hecho, este tratado
impuesto atestiguaba la debilidad política del mundo griego, que se sometía a
las directrices persas.
Más tarde Esparta pretendió imponer gobiernos
oligárquicos en diversos estados, lo que provocó un nuevo levantamiento de
Tebas, que esta vez fue coronado con el éxito. Persia, a causa de sus problemas
interiores, no pudo acudir en auxilio de los espartanos, los cuales fueron
derrotados en Leuctra y, definitivamente, en Mantinea (362 a. C.).
Dominación macedónica y
Helenismo
La restaurada Stoa de Átalo (Atenas).
Se denomina período helenístico (también
llamado alejandrino) a una etapa histórica de la Antigüedad, cuyos límites
cronológicos vienen marcados por dos importantes acontecimientos políticos: la
muerte de Alejandro Magno (323 a. C.) y el suicidio de la última soberana
helenística, Cleopatra VII de Egipto, y su amante Marco Antonio, tras su
derrota en la batalla de Accio (30 a. C.). Es la herencia de la cultura
helénica de la Grecia clásica que recibe el mundo griego a través de la
hegemonía y supremacía de Macedonia, primero con la persona de Alejandro Magno,
y después de su muerte con los diádocos (διάδοχοι) o sucesores, los reyes de
las tres grandes dinastías: Ptolemaica, Seléucida y Antigónida. Estos soberanos
supieron conservar y alentar el espíritu griego tanto en las artes como en las
ciencias. Entre la gente culta y de la aristocracia «lo griego» era lo
importante y en este concepto educaban a sus hijos. El resto de la población de
estos reinos tan dispares (Egipto, Siria, Macedonia) no participaba del
helenismo y continuaba con sus costumbres, su lengua y sus religiones. Las
ciudades-estado griegas (Atenas, Esparta, Tebas…) habían llegado al declive y
habían sido sustituidas en importancia por las ciudades modernas de Alejandría,
Pérgamo y Antioquía, cuyo urbanismo y construcción no tenían nada que ver con
las anteriores. En todas ellas se hablaba la lengua griega, llamada koinè
(κoινης), que es un adverbio griego que significa «común», «comúnmente». Vale
decir, la lengua común o panhelénica, principal vehículo de cultura.
Suele ser considerado como un período de
transición entre el declive de la época clásica griega y el ascenso del poder
romano. Sin embargo, el esplendor de ciudades como Alejandría, Antioquía o
Pérgamo, la importancia de los cambios económicos, el mestizaje cultural, y el
papel dominante del idioma griego y su difusión, son factores que modificaron
profundamente el Oriente Medio antiguo en esta etapa. Esta herencia cultural
será asimilada por el mundo romano, surgiendo así con la fusión de estas dos
culturas lo que se conoce como cultura clásica, fundamento de la civilización
occidental.
El término helenístico fue utilizado por
primera vez por el historiador alemán Johann Gustav Droysen en Geschichte des
Hellenismus (1836 y 1843), a partir de un criterio lingüístico y cultural, es
decir, la difusión de la cultura propia de las regiones en las que se hablaba
el griego (ἑλληνίζειν – hellênizein), o directamente relacionadas con la
Hélade, a través del propio idioma, un fenómeno alentado por las clases
gobernantes de origen heleno de aquellos territorios que nunca tuvieron
relación directa con Grecia, como pudo ser el caso de Egipto, Bactriana o los
territorios del Imperio seléucida. Este proceso de helenización de los pueblos
orientales, y la fusión o asimilación de rasgos culturales orientales y
griegos, tuvo continuidad, como se ha mencionado, bajo el Imperio romano.
Los trabajos arqueológicos e históricos
recientes conducen a la revalorización de este período y, en particular, a dos
aspectos característicos de la época: la importancia de los grandes reinos
dirigidos por las dinastías de origen griego o macedónico (Lágidas, Seléucidas,
Antigónidas, Atálidas, etc.), unida al cometido determinante de decenas de
ciudades cuya importancia fue mayor de la idea comúnmente aceptada durante
mucho tiempo.
Macedonia
La segunda parte del siglo IV a. C. supone la
preponderancia del Reino de Macedonia en Grecia. Su rey, Filipo II, sentía gran
admiración por la cultura griega, por lo que decidió unificar a las polis
griegas y terminar con las luchas internas. Filipo se caracterizó por
establecer relaciones amistosas con Atenas. Pero Demóstenes, un famoso orador y
político ateniense, no simpatizaba con las ideas de Filipo, por lo que formó
una alianza con Tebas para derrotarle. Atenas y Tebas, por tanto, se
enfrentaron a Macedonia en la Batalla de Queronea, que terminó con la derrota
de la liga tebano-ateniense. Filipo se convenció de que la única manera de
tener controlada a Atenas era usando la diplomacia, por lo que envió a su hijo
Alejandro a acordar un tratado de paz. En el año 338 a. C., Filipo convocó un
congreso en Corinto, al cual fueron todos las ciudades-estado griegas, a
excepción de Esparta. Allí se creó la Liga Helénica (también conocida como
"Liga de Corinto"). Hubo un segundo congreso al año siguiente, en el
cual se declaró la guerra a Persia. Antes de poder llevar a cabo la expedición,
Filipo fue asesinado en el año 336 a. C. Al morir Filipo, subió al trono de
Macedonia su hijo, Alejandro III, el futuro Alejandro Magno.
Alejandro Magno
Alejandro Magno (Alejandro III de Macedonia)
fue el rey de Macedonia desde 336 a. C. hasta su muerte y está considerado como
uno de los líderes militares más importantes de la Historia, por su conquista
del Imperio aqueménida.
Tras consolidar la unificación de varias
ciudades-estado de la antigua Grecia que estuvieron bajo el dominio de su
padre, Filipo II de Macedonia, sofocando la rebelión de los griegos del sur
tras la muerte de éste, Alejandro conquistó el Imperio persa, incluyendo
Anatolia, Siria, Fenicia, Judea, Gaza, Egipto, Bactriana y Mesopotamia,
expandiendo las fronteras de Macedonia hasta la región del Punjab.
A su muerte el reino sufrió grandes divisiones
a causa de disputas entre los generales más cercanos a Alejandro. Muchos
trataron de mantener el imperio unido bajo su mando, lo que generó una sucesión
de batallas y campañas que derivaron en la división en varios reinos
independientes que fundaron sus dinastías.
El fin de la era
helenística
El helenismo se extendió desde la fundación de
los reinos de los diádocos a finales del siglo IV a. C. hasta su decadencia a
finales del siglo I a. C. Dicha decadencia puede explicarse por cinco hechos
principales:
El prolongado y suicida conflicto entre los
lagitas y seléucidas que debilitó los recursos de ambos.
El enfrentamiento prolongado entre los
antigónidas y las ciudades-estado griegas que desgastaron a ambos.
La fragmentación del Imperio seléucida, que
generó otros dos grandes reinos independientes y rivales: el de Pérgamo y el de
la Bactria. Dicha fragmentación acabó por debilitar a los seléucidas
El resurgimiento de las fuerzas persas, que
mantuvieron una lucha contra los seléucidas, y también la lucha con Roma, que
agotó sus recursos hasta su decadencia final
La falta de un mínimo de sentido de cohesión
frente a los romanos. Algunos de sus estados se pusieron de parte de Roma en
vez de llegar a un acuerdo entre ellas mismas, lo que inclinó la balanza a
favor de Roma. En el 148 a. C. Macedonia y Grecia finalmente pasan a ser parte
del Imperio romano y esto demarca el fin de la época griega.
Dominación romana
Desde mediados del siglo II a. C. Grecia se
convirtió, de hecho, en un protectorado romano, y la mayoría de las ciudades
griegas pagaron tributo a Roma. En 88 a. C., con el apoyo de Mitrídates, rey
del Ponto, los griegos se sublevaron contra Roma, pero el levantamiento
fracasó. Durante la época de las guerras civiles Grecia fue escenario de las
luchas entre las distintas facciones romanas que querían hacerse con el poder.
En la época Imperial se mantuvo la influencia cultural griega, pero los núcleos
de expansión económica de Oriente se polarizaron en las provincias romanas de
Asia. Éste período de relativa prosperidad fue interrumpido en el siglo III por
las invasiones de los bárbaros. Paralelamente, la sociedad griega evolucionó
hacia formas sociales y económicas de tipo feudal.
Grecia
medieval
Incorporación de Grecia
en el Imperio bizantino
Desde la división del Imperio entre Arcadio y
Honorio (395), Grecia formó parte del Imperio romano de Oriente o Imperio
bizantino, cuya base cultural fue helénica. Las invasiones de pueblos
germánicos y eslavos modificaron la composición étnica de la población.
Numerosos pueblos eslavos se establecieron en las zonas montañosas, mientras
que los griegos se refugiaron en las costas y en las islas. Estos eslavos
fueron lentamente helenizados.
En el siglo VII los árabes se apoderaron de
Chipre y Rodas. En el siglo X los emperadores lograron detener el avance de los
árabes por el sur, y el de los búlgaros por el norte. Desde finales del siglo
XI hasta mediados del siglo XII, los normandos saquearon varias veces las
costas. Estas invasiones favorecieron la formación de una sociedad de tipo
feudal. Los emperadores, para hacerles frente, pidieron ayuda a la República de
Venecia, a cambio de la concesión de una serie de ventajas comerciales. Durante
la Tercera Cruzada, Chipre fue conquistada por Ricardo Corazón de León. En la
Cuarta Cruzada se fundó el Imperio Latino de Oriente (1204-61) y Grecia fue
dividida en una serie de principados controlados por nobles francos. Las luchas
entre francos y bizantinos fueron aprovechadas en los siglos XIII y XIV por
Venecia y Génova, que se apoderaron de varias islas griegas. La división entre
los principados francos favoreció a la aristocracia bizantina, que poco a poco
fue recuperando la mayor parte del territorio griego.
En 1303 el emperador Andrónico II Paleólogo
contrató almogávares procedentes de la Corona de Aragón, en la llamada Compañía
Catalana de Oriente, para parar el ataque turco. Tras el triunfo almogávar, fue
asesinado su jefe, Roger de Flor, lo que llevó a una dura venganza en la que
cabe destacar el saqueo de Atenas. Los ducados de Atenas y Neopatria quedaron
en manos de la Corona de Aragón a través de la señoría del Reino de Sicilia
hasta 1388, en que fueron ocupados por los venecianos. En el curso del siglo
XV, Grecia cayó bajo el dominio otomano.
Hay que destacar que, hasta su caída, Grecia
desarrolló una excelente flota de la que cabe destacar el dromón, evolución del
trirreme que iba armado con un arma exclusivamente griega, el fuego griego,
lanzado desde una especie de cañón de bronce a modo de lanzallamas.
Grecia
moderna
Dominio otomano
Los turcos otomanos controlaron la Grecia
peninsular desde el siglo XV, aunque algunas islas permanecieron bajo la
soberanía de Venecia hasta el siglo XVIII. Durante la dominación turca, los
griegos pudieron conservar sus características nacionales y practicar su
religión mediante el pago de un impuesto especial. Los turcos confiscaron
algunas tierras para repartirlas entre sus funcionarios civiles y religiosos.
En otros casos respetaron las posesiones de los antiguos propietarios. En las
costas, los griegos se especializaron en el comercio, y en Estambul se formó
una potente burguesía comercial que influyó en el Gobierno otomano, llamados
los fenariotas (ya que provenían de un barrio de Estambul denominado Fener).
Durante los siglos XVI, XVII y XVIII se
sucedieron las insurrecciones de los helenos, que se multiplicaron en los
períodos en que Turquía se enfrentaba con alguna potencia europea. En el siglo
XVIII la decadencia del Imperio otomano favoreció la formación de grupos de
bandoleros y piratas, que se convirtieron en los primeros núcleos del
levantamiento nacional. A finales de ese siglo, algunos griegos emigrados
organizaron sociedades patrióticas para preparar el alzamiento. Estos emigrados
propagaron con éxito en Europa los ideales del nacionalismo griego.
Independencia
Iniciada la revuelta en 1820, la sublevación
se extendió rápidamente, y en 1822 la Asamblea de Epidauro proclamó la
independencia. Divididos por luchas internas, los sublevados no pudieron evitar
que los turcos, con el apoyo de Egipto, reconquistaran el país en dos años
(1826-27); pero las simpatías despertadas en toda Europa por el movimiento
nacionalista griego se plasmaron en el Tratado de Londres (1827), en el que
Francia, Inglaterra y Rusia proclamaron la autonomía de Grecia bajo la
soberanía turca. La destrucción de la flota turco-egipcia en Navarino (1827)
obligó al sultán a firmar el Tratado de Adrianópolis (1829), en el que se
reconocía lo ya establecido en el de Londres. En esta misma ciudad se firmó en
1830 el protocolo que dio la total independencia, aunque se perdió una parte de
la Tesalia.
Después del asesinato de Ioannis Kapodistrias
(1831), las potencias europeas designaron en 1832 rey de Grecia a Otón
Wittelsbach, hijo de Luis I de Baviera. Otón gobernó dictatorialmente, gracias
al apoyo de Rusia. Un golpe de Estado en 1843, le obligó a conceder algunas
libertades formales, encargándose a una asamblea constituyente la elaboración
de un proyecto de Constitución, que se promulgó en 1844 y que instauró el
sufragio universal, de esta manera Grecia se convirtió oficialmente en una
democracia parlamentaria de carácter liberal.
Depuesto en 1862, Inglaterra logró que la
Asamblea griega nombrara rey a Jorge I, hijo del monarca de Dinamarca y cuñado
del príncipe de Gales. En 1864 una nueva Constitución redujo los poderes
monárquicos.
El problema de las reivindicaciones
territoriales, particularmente el de Creta, fue dominante durante todo su reinado.
Después de varias sublevaciones en la isla, el Gobierno griego decidió
invadirla, pero la intervención europea dio lugar al Tratado de Constantinopla
(1897), en el que se concedió la autonomía a Creta y se encargó de su gobierno
al príncipe Jorge de Grecia. El periodo de finales del siglo XIX se caracterizó
por una pésima situación económica que llevó en 1893 a declarar la insolvencia
del Estado y la creación de una comisión financiera Internacional encargada de
supervisar el pago de los plazos marcados de los cuantiosos préstamos
extranjeros y que también empujó a una fuerte emigración fundamentalmente hacia
Estados Unidos, América del Sur, se calcula que unos 350.000 habitantes
emigraron entre 1890 y 1914, la gran mayoría judíos o descendientes de ellos,
lo que representaría una sexta parte de la población del país. Los flujos de
remesas enviados por estos emigrantes desde el exterior se convirtieron en un
elemento clave en el equilibrio de la balanza de pagos.
Golpe militar de 1909 y
el primero gobierno de Venizelos
El 27 de agosto 1909 se produjo el
levantamiento militar en Goudi en las afueras de Atenas, en el que los
militares organizados en torno a una Liga Militar exigían la destitución de los
príncipes reales de sus cargos en las Fuerzas Armadas, que los militares
ocuparan los ministerios de Guerra y de la Armada y que se ejecutara un
programa de reformas militares. Tras la dimisión del primer ministro Dimitrios
Rallis y el breve gobierno de Kiriakulis Mavromichalis, accedió a la jefatura
del gobierno en 1910, Eleftherios Venizelos un político procedente de Creta,
desligado de la política ateniense. En 1911 sometió a voto una nueva
constitución en la que se protegían las principales libertades.
En 1912 y 1913 estallaron las Guerras de los
Balcanes, al término de las cuales Grecia dobló su territorio por la
incorporación de Tesalia, parte de Macedonia, el Epiro, Tracia y las islas de
Samos, Quíos, Lesbos y Lemnos. En 1913 el rey Jorge I fue asesinado en
Salónica, sucediéndole su primogénito Constantino.
Primera Guerra Mundial
Al estallar la Primera Guerra Mundial el país
estaba dividido en dos fracciones, la germanófila, que encabezaba el rey
Constantino I, cuñado de Guillermo II de Alemania, y la proaliada, cuyo
principal representante era el primer ministro Venizelos. En los primeros
momentos, Grecia se mantuvo neutral, pero, a medida que el conflicto se
extendía entre los Estados balcánicos, las discrepancias entre el monarca y
Venizelos se agudizaron. Esta crisis interna favoreció la ocupación de
Macedonia por las Potencias Centrales, y la de Salónica, el istmo de Corinto y
El Pireo por los Aliados (1915). En septiembre de 1916, Venizelos estableció un
Gobierno provisional en Salónica y, con la ayuda de los Aliados se apoderó de Atenas
en junio de 1917. Constantino abdicó, y le sucedió en el trono su hijo
Alejandro (junio de 1917). Al poco tiempo, Grecia declaró la guerra a las
Potencias Centrales. Al finalizar el conflicto obtuvo por el Tratado de
Neuilly, firmado con Bulgaria, la Tracia Occidental, y por el Tratado de
Sèvres, firmado con Turquía, la Tracia Oriental hasta el mar Negro, excepto la
región de Estambul y el territorio de Esmirna en el Asia Menor.
En octubre de 1920 murió el rey Alejandro.
Mediante un plebiscito, Constantino regresó a Grecia (diciembre de 1920), y
Venizelos se exilió a Francia. Por otra parte, Mustafa Kemal Atatürk se negó a
reconocer el Tratado de Sèvres y estalló la guerra entre Grecia y Turquía
(1921-23), que constituyó un desastre militar para la primera. Algunos
oficiales del ejército partidarios de Venizelos obligaron a Constantino a
abdicar por segunda vez (septiembre de 1922), y varios de sus ministros y
consejeros fueron acusados de traición, y fusilados. Se creó una Junta
Revolucionaria, que colocó en el trono a Jorge II, hijo de Constantino. En
julio de 1923, por el Tratado de Lausana, firmado con Turquía, Grecia renunció
a la Tracia Oriental y a Esmirna y aceptó la repatriación de 1.400.000
refugiados griegos. Esta inmigración masiva agravó la situación económica, lo
que favoreció el desarrollo de la oposición republicana y del Partido
Comunista. En octubre de 1923 fracasó un golpe de Estado dirigido por el
general Ioannis Metaxas que se proponía fortalecer la monarquía, lo que alentó
a los partidarios de la República. En diciembre del mismo año, a causa de la
creciente presión popular, Jorge II abdicó y se instauró una regencia.
Segunda República griega
La expansión de Grecia de 1832 a 1947.
En abril de 1924, por medio de un plebiscito,
el pueblo griego aprobó la adopción de la forma republicana de gobierno. Este
régimen se caracterizó por su inestabilidad política y por su ineficacia para
modernizar las estructuras tradicionales del país. Al agravarse la crisis
económica ocupó de nuevo el poder Venizelos (1928-32), el cual, de hecho,
gobernó como un dictador, a la vez que se esforzó por mantener una política de
buena amistad con las potencias vecinas. Dimitido Venizelos (1932), se abrió un
nuevo período de inestabilidad política, que fue aprovechado por el general
Georgios Kondilis para abolir la república (octubre de 1935). Por medio de un
plebiscito, el rey Jorge II recuperó la corona y restituyó la monarquía.
Etapa fascista
(1936-1941)
El 4 de agosto de 1936, el general Ioannis
Metaxas instauró una dictadura de tipo fascista conocida como «Régimen del 4 de
agosto» por el día en que se había instaurado. El objetivo principal del nuevo
régimen era devolver a Grecia la gloria de su pasado. El nuevo régimen debía
sentar las bases para que brotara de Grecia una «Tercera Civilización
Helénica», después de la de la Antigua Grecia y la del Imperio bizantino. Para
ello, Metaxás estableció un «nuevo Estado» inspirado en la Alemania
nacional-socialista basado en la disciplina, los valores tradicionales y el
militarismo. Una de las obras principales del régimen fue la creación de una enorme
organización nacional de juventudes (más conocida por sus siglas en griego,
EON), que llegó a tener más de un millón de miembros, así como la
estabilización de la situación económica y política, aunque ésta última se
lograra con abusos sobre la oposición. Por otro lado, Metaxás se embarcó en
importantes proyectos de modernización del Ejército griego y de mejora de las
defensas del país, creando por ejemplo la Línea Metaxas. Estos esfuerzos se
revelarían más adelante cruciales para derrotar al Ejército italiano en la
Guerra Greco-Italiana del invierno de 1940-41. Metaxas falleció en enero de
1941, pero el «régimen del 4 de agosto» perduró hasta la entrada de los
alemanes en Grecia a finales de abril de 1941.
Segunda Guerra Mundial:
Ocupación y Resistencia (1941-1944)
Repartición de Grecia por Italia, Alemania y Bulgaria
durante la Segunda Guerra Mundial (1941-1944).
Al comienzo de la Segunda Guerra Mundial,
Grecia intentó mantener su neutralidad. Aunque el dictador Metaxas se orientaba
ideológicamente hacia el campo de las Potencias fascistas del Eje y el rey se
mostraba inclinado hacia la causa británica, el ultimátum de Italia del 19 de
octubre de 1940, en el que se exigían bases estratégicas en territorio griego,
arrojó a Grecia en manos de los Aliados (Guerra Greco-Italiana del Invierno de
1940-41). La inmediata invasión italiana desde Albania fue contrarrestada, pero
la ofensiva alemana de abril de 1941 no pudo ser contenida. Con la derrota
griega empezó la ocupación del Eje, a la vez que el rey y su Gobierno se
exiliaban en Egipto.
Grecia permaneció ocupada por tropas alemanas,
italianas y búlgaras desde 1941 hasta 1944. Durante esos años, los griegos se
dividieron en dos fracciones principales: colaboracionistas y partisanos. Los
primeros sustentaron los regímenes colaboracionistas de Georgios Tsolakoglou,
Konstantinos Logothetopoulos y Ioannis Rallis y engrosaron las filas de las
fuerzas militares y paramilitares de derechas, entre ellas los infames Tagmata
Asfaleias (Batallones de Seguridad) que, junto con los ocupantes alemanes y en
algunos casos los italianos y búlgaros, flagelaron a las facciones comunistas y
partisanas. Estos últimos, por su parte, realizaron un efectivo movimiento de
resistencia que causó serios daños a los Gobiernos colaboracionistas así como a
la Wehrmacht. Algunas de sus acciones más famosas fueron la voladura del puente
de Gorgopotamos o el atentado contra la sede de la ESPO, la organización de
ultraderecha griega que en aquel momento reclutaba jóvenes griegos para formar
un batallón griego de las Waffen-SS. De todos modos, los combates más
virulentos se dieron entre las propias facciones de la Resistencia y,
especialmente, entre la monárquica EDES de Napoleón Zervas y la comunista ELAS
de Aris Velujiotis. Esta situación se convirtió, a la retirada de las fuerzas
alemanas de Grecia, en una guerra civil en toda regla entre conservadores y
comunistas.
Guerra Civil griega
(1946-1949)
Cuando en las Conferencias de Yalta y Teherán
se fijaron las respectivas zonas de influencia de los Aliados en la zona del
Mediterráneo, Grecia correspondió al campo anglo-estadounidense. Pero esta
decisión no correspondía exactamente a la composición de fuerzas guerrilleras
en el interior del frente griego, ya que las organizaciones de izquierda y las
pro-soviéticas eran más potentes y numerosas y controlaban la mayor parte del
país. El Gobierno de coalición constituido en el exilio el 10 de marzo de 1944,
de composición inestable, difícilmente pudo ejercer su jurisdicción sobre todo
el territorio griego. Al desembarco británico del 14 de octubre de 1944, que se
realizó cuando ya las fuerzas alemanas abandonaban Grecia y capitulaban, se
opusieron las organizaciones de la Resistencia encuadradas por los comunistas.
Éstas no aceptaron el compromiso de los
partidos de derecha y de los británicos del 2 de diciembre de 1944 —aceptado
tácitamente por Stalin—, y decidieron continuar la lucha armada para instalar
un régimen socialista. Durante los seis años de la Guerra Civil Griega, su
predominio se ejerció sobre todo en la zona montañosa del norte. Los partidos
de izquierda no concurrieron a las elecciones del 31 de marzo de 1946, y el
Partido Popular monárquico alcanzó la mayoría. Su dirigente, Zaldaris, fue
nombrado jefe de Gobierno y organizó el plebiscito que confirmó de nuevo la
monarquía como el régimen del país. El rey Jorge II volvió del extranjero. La
oposición comunista continuó la guerra en la montaña y se formó en diciembre de
1947 el Gobierno de Grecia libre, presidido por el general Markos Vafhiadis,
que gozaba del apoyo soviético y de los países del Bloque Oriental. Por el
contrario, Gran Bretaña y Estados Unidos ayudaron masivamente, con material y
consejeros, a las fuerzas monárquicas. En abril de 1947 el rey Pablo había
sucedido a su hermano Jorge II. La guerra civil prosiguió hasta que, en 1950,
ante la imposibilidad de proseguir la lucha, los últimos guerrilleros hubieron
de refugiarse en Albania. La importancia estratégica del país posibilitó una
notable ayuda militar y económica de Estados Unidos, que sustituyó a Gran Bretaña
como principal aliado de Grecia e inspirador de la política de su monarquía.
Época reciente
Iglesia bizantina en el Ágora de Atenas.
Finalizada la guerra civil, se inició un
proceso de relativa liberación presidido por el general Papagos, lo que
permitió el ingreso de Grecia en la OTAN (1951). A la muerte de Papagos, el rey
Pablo I, hermano y sucesor de Jorge II, designó primer ministro a Constantinos
Karamanlís, quien estabilizó la situación política. Durante este período se
llevaron a cabo las negociaciones diplomáticas referentes a la situación de
Chipre, cuyas reivindicaciones siempre habían contado con el apoyo griego. En
1962 Grecia ingresó como asociada en el Mercado Común Europeo.
Karamanlis hubo de abandonar el poder en junio
de 1963 por divergencias con la corte. Las elecciones del 3 de noviembre de
1963 dieron un pequeño margen al Partido de la Unión del Centro, de Georgios
Papandreu, quien, una vez nombrado jefe del Gobierno, recomendó nuevas
elecciones. Celebradas el 16 de febrero de 1964, le proporcionaron una gran
mayoría en el Parlamento. A la muerte del rey Pablo (6 de marzo de 1964) le
sucedió su hijo Constantino. Entre los proyectos de G. Papandreu, de carácter
moderado, algunos se relacionaban con una mayor democratización del país, que,
según él, se encontraba demasiado mediatizado por las presiones de Estados
Unidos, de los oficiales de derecha del Ejército y de la corte. La revelación
de una confusa organización secreta en el seno del Ejército fue el motivo
aparente para que el rey obligara a G. Papandreu a dimitir.
En 1967, la crisis política iniciada culminó
con el golpe de Estado militar llamado «de los coroneles», dirigidos por el
coronel Georgios Papadopoulos (21 de abril de 1967). El régimen militar
suprimió el anterior gobierno y el Parlamento, y canceló la libertades civiles
y políticas. Las protestas estudiantiles del 17 de noviembre de 1973 fueron
reprimidas por los militares con gran violencia. Un contragolpe de los
militares realistas fracasó, y el rey tuvo que exiliarse en Roma. El nuevo
régimen de los coroneles, con Papadopoulos como hombre fuerte, impuso una dura
represión.
En 1973 se proclamó la República y
Papadopoulos fue designado presidente, pero ese mismo año fue derrocado por un
golpe militar (25 de noviembre) dirigido por el general Dimitrios Ioannidis,
jefe de la policía militar, que gobernó en la sombra. El nuevo gobierno
promovió un golpe de estado en Chipre (15 de julio de 1974) que expulsó al
presidente Makarios con vistas a unir la isla a Grecia; pero el gobierno turco,
frontalmente contrario, reaccionó invadiendo en parte la isla (20 de julio). Al
fracaso griego de la maniobra siguió una etapa de profunda crisis y fue llamado
Karamanlis, en el exilio, para que formara Gobierno (23 de julio de 1974).
Karamanlis aceptó, y su retorno al poder
significó de entrada el restablecimiento de la Constitución de 1952, la
liberación de los presos políticos y la legalización de los partidos. Las
elecciones generales (17 de noviembre de 1974) dieron el triunfo a Nueva
Democracia, de Karamanlis. En el referéndum del 8 de diciembre de 1974, el
pueblo griego optó por la forma republicana del Estado. En protesta por la
actitud de la OTAN ante la crisis de Chipre (julio-agosto de 1974), Grecia se
retiró de la organización militar de dicha Alianza. Karamanlis convocó
elecciones generales anticipadas (octubre de 1977), en las que vio recortada su
mayoría en beneficio del PASOK, partido de carácter socialista dirigido por
Andreas Papandreu. En mayo de 1980 Karamanlis fue elegido presidente de la
República, y Georgios Rallis nombrado primer ministro.
En 1980 Grecia reingresó en la OTAN, y en 1981
el país se incorporó como miembro de pleno derecho a la CEE. En las elecciones
de 1981 el PASOK obtuvo la mayoría absoluta y A. Papandreu se convirtió en jefe
del primer Gobierno socialista en la historia de Grecia. En marzo de 1985
Papandreu fue reemplazado por el candidato del PASOK, el jurista Christos
Sartzetakis. En las elecciones de junio el PASOK retuvo la mayoría absoluta y
Papandreu siguió al frente del Gobierno, pero en noviembre de 1988 hubo de
dimitir cuando el Tribunal Supremo decidió procesarle como implicado en un
escándalo financiero. Después de tres convocatorias sucesivas de elecciones, el
líder de Nueva Democracia, Constantinos Mitsotakis, consiguió apoyo suficiente
para formar gobierno (abril de 1990) y Karamanlis volvió a ocupar la
Presidencia de la República. En 1992 las medidas económicas de Mitsotakis
atizaron el descontento popular, al tiempo que Papandreu era absuelto de todos
los cargos.
En las elecciones de octubre de 1993 el PASOK
recuperó la mayoría absoluta y Papandreu asumió la jefatura del Gobierno.
Konstandinos Stephanopoulos, un conservador disidente de Nueva Democracia,
sucedió a Karamanlis en la Presidencia en 1995. Desde enero de 1996 Costas
Simitis sustituyó a Papandreu, gravemente enfermo, al frente del Gobierno. Al
fallecer el veterano líder en junio, Simitis convocó elecciones en septiembre y
vio reforzada su posición con un triunfo del PASOK por mayoría absoluta. En
diciembre Grecia accedió adoptar el euro como unidad monetaria. En las
elecciones de abril de 2000 Simitis fue reelegido y el Parlamento ratificó a
Stephanopoulos como presidente. Simitis renunció al Gobierno el 7 de enero de
2004, siendo reemplazado por Georgios Papandreu, hijo de Andreas Papandreu. En
las elecciones de marzo de 2004 resultó elegido el candidato de Nueva
Democracia, Costas Karamanlis, poniendo fin a la hegemonía del PASOK. En marzo
de 2005 Stephanopoulos dimitió a la Presidencia y le sucedió Karolos Papoulias.
La
crisis financiera
En 2010 Grecia fue protagonista de una crisis
que contagió a toda la Unión Europea. Todo comenzó cuando en 2009 Bruselas
advierte a Grecia que los datos sobre sus cuentas no son muy claros y de mucha
confianza, dos semanas después del 4 de octubre, día en que el PASOK ganase las
elecciones, se revela que los datos oficiales conocidos hasta entonces sobre el
nivel de deuda de Grecia estaban falseados y que el déficit público ronda el
12%, cifra que posteriormente sería corregida al alza al 13,6%.
Ante estas informaciones la desconfianza de
los inversores provoca la imposibilidad de sacar a la venta nuevos bonos a
intereses razonables, para cubrir los que ya estaban venciendo, y el gobierno
griego se ve obligado a recurrir a la ayuda de la Unión Europea para evitar la
quiebra, la cual decide involucrar también al FMI. Fruto de los acuerdos se
decide proteger a Grecia de los altos intereses que le exige el mercado, pero a
cambio se le exige unas duras condiciones de austeridad que de cumplirse
ahorrarían 30000 millones de euros en tres años. Mientras que desde Grecia se
asegura que van a ser capaces de evitar la suspensión de pagos, algunos
economistas, periodistas y políticos siembran dudas sobre la capacidad del
gobierno para aplicar el plan de austeridad y evitar la quiebra.
La crisis de confianza se extendió sobre
varios países europeos, los cuales sin estar en las mismas condiciones
económicas y sin haber sembrado ninguna sospecha sobre falseamiento de datos
económicos, pero anteriormente castigados por la crisis del 2008-2009, vieron
como aumentaban los intereses que los inversores exigían para comprar su deuda,
y se vieron obligados a acometer reformas fiscales encaminadas a reducir su
déficit aun a costa del peligro que esas medidas pudiesen tener para el
crecimiento económico y a riesgo de una recaída en la recesión.
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